Todos sabemos el barrizal que encierra twitter cuando no se miden las palabras. Que le pregunten si no a Marta Sánchez, David Bisbal y un largo etcétera. Es por ello que, dada mi condición de árbitro, jamás he mostrado simpatía o apatía por equipo alguno -faltaría más-. Sin embargo, hay temas en los que dejar constancia de lo que uno piensa se antojan tan necesarios como delicados de escribir. Me refiero con esto último a la rebeldía de Luka Modric en el Tottenham.
El mediocentro, viendo como sus deseos de convertirse en merengue se alejaban cada día más, optó por una práctica tan polémica como efectiva en el mundo del fútbol profesional: la rebeldía total y absoluta. No es el primer jugador que falta el respeto a quienes le pagan por forzar su salida rumbo a otro club, hablemos claro. Robinho o Agüero también lo hicieron en su día saliendo vencedores del pulso que le tiraron a Real Madrid y Atlético, respectivamente.
De modo que, llegado un punto, parece totalmente normal esta estrategia de negarse a trabajar donde a uno le están pagando. Imaginemos por un instante lo que pasaría si un ciudadano normal y corriente se negara a asistir a su empleo y le plantase cara al jefe en estos tiempos de crisis económica que corren.
Así pues, las más nuevas generaciones ven en estos futbolistas un ejemplo a seguir hasta tal punto que ayer mismo un canterano del Cádiz CF, con tan sólo 17 años, no acudió a entrenar con la primera plantilla estando citado como medida de presión para que aceptasen una oferta del Real Madrid, al igual que el crack del Tottenham.
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