Siempre se recuerda la primera vez. No porque sea la mejor, sino porque queda en el recuerdo como la más especial. El primer amor, la primera noche lejos de tus padres, la primera jornada de trabajo o el primer coche. Se trata de situaciones que posteriormente se han repetido cientos de veces. De la vigésimo tercera nunca te acordarás. La primera en cambio estará presente en tu recuerdo toda una vida.
Recuerdo el primer recuerdo futbolístico que tuve. El Barcelona se jugaba la final de la Copa de Europa, que al año siguiente pasaría a denominarse Liga de Campeones, ante la Sampdoria. Tengo en mi memoria la vaga imagen de un rubio blancuzco vestido de naranja lanzando un derechazo desde fuera del área. El comentarista celebraba ese gol como si fuese el más importante en la historia de España, aunque yo por aquel entonces era totalmente ajeno a la transcendencia del mismo. Tenía cuatro años.
Mi recuerdo es menos difuso con Zamorano. Pasé muchas tardes pateando una pelota de goma por los pasillos de mi casa pensando que era como aquel chileno con nombre tan rimbombante y pegadizo. Si un tío se llama Iván Zamorano, tiene que ser bueno, pensaba. En esa misma época nombres como Djukic, Romario, o Suker surgían de la televisión y permanecían en mi mente, aunque no me calaban demasiado hondo. Hasta que llegó Ronaldo. Porque Ronaldo fue lo más grande que vimos en nuestra niñez los que nacimos con la caída del muro de Berlín. Recuerdo que su marcha al Inter de Milán me disgustó y me limitó a disfrutar del brasileño únicamente en el mítico FIFA 98. Estas son imágenes de futbolistas y jugadas concretas.
Pero mi primer recuerdo sobre un partido completo es de la final de la Liga de Campeones del 98, en la que Mijatovic tumbó a la Juventus de Zidane, Montero, Davids y Del Piero. Ese mismo año el Mundial aparecía ante mis ojos como un acontecimiento extraordinario que un Zubizarreta en el ocaso de su carrera empañó en el primer partido de España, marcándose un gol en propia puerta ante Nigeria tras un centro de Lawal.
También recuerdo, por supuesto, la primera vez que lloré viendo fútbol. Fue en la Eurocopa del año 2000 en la que otro portero, en esta ocasión Molina, me volvió a fastidiar el partido de debut de la selección con una cantada por alto ante Noruega. Pero las lágrimas no llegaron hasta el último partido de la fase de grupos, ante Yugoslavia. Transcurría el minuto 90 y perdíamos 3-2. Había que marcar dos goles en los cuatro minutos que añadió el árbitro como tiempo de descuento para pasar a octavos. Mendieta consiguió el empate de penalti y Alfonso entró en mi Olimpo personal al marcar en el último instante tras una dejada de cabeza de Urzaiz.
Son estos maravillosos recuerdos los que me vienen a la cabeza en esta primera vez que me siento ante un ordenador con la intención de escribir para Planetafichajes. Alegría, tristeza, emoción, inquietud e impaciencia, todo esto es fútbol y todo ello tendrá su cabida en este pequeño espacio. Esperemos que por mucho tiempo.
Leyéndolo también vienen a mi mente lejanos recuerdos: la primera vez que vibré con un partido, la mítica camiseta "Teka" del Madrid, aquella selección española que jugaba como nunca y terminaba perdiendo como siempre...
ResponderEliminarEnhorabuena por tu primer artículo!
Aquí hay una recopilación del primer recuerdo futbolístico de mucha gente.
ResponderEliminarhttps://twitter.com/#!/search/realtime/%23MiPrimerRecuerdoFutbol%C3%ADstico
Saludos.