Japón siempre ha sido un equipo apañado, con buenos jugadores, sobre todo técnicamente y sobre todo en el centro del campo. Sin embargo, su debilidad en las áreas tiraba por tierra todas sus aspiraciones en competiciones tan resultadistas como los mundiales. Los octavos de final han sido para los nipones una barrera tan infranqueable como lo eran los cuartos de final para los españoles no hace tanto.
No obstante, ayer Japón se demostró a sí misma de lo que era capaz. Ayer (o en realidad hoy, porque el partido comenzó a las 00:00 hora española) Japón maduró. Por primera vez fue superior en todos los aspectos a un grande del fútbol mundial como es Italia. Pero no sólo fue mejor, sino que humilló a los de Prandelli, que únicamente lograron parar el torrente de fútbol nipón en 15 de los 90 minutos reglamentarios.
Con la calidad de Honda y Kagawa, el trabajo y persistencia de Hasebe y Nagatomo, la locura mágica del mejor Okazaki, nunca visto en Stuttgart, la revolución que supuso la entrada de Sakai, o un Endo que parecía pasado de moda pero que ayer volvió a coger la batuta de su selección, Japón se merendó (o mejor dicho, se cenó) a una Italia inofensiva, incapaz y temerosa. Japón añadió a la técnica típica nipona una verticalidad electrizante y una delantera dinámica e inteligente que derivó en un fútbol rápido y asociativo. En algunas fases del encuentro los asiáticos mejoraron incluso la primera parte de juego de España antes Uruguay.
Dicho esto, parecería que Japón goleó a Italia. Nada más lejos de la realidad. La azzurra ganó el partido 4-3, entre otras cosas, porque Japón sigue siendo blanda en defensa, razón principal por la que aún la condeno a no pasar de octavos, puesto que en un Mundial los fallos defensivos lo son todo. Japón jugó bien al fútbol, pero Italia supo jugar, y esa es la razón por la que se llevó el partido. Injusto, por supuesto, pero real. Ayer en mi tuiter dije que Japón era el Rayo Vallecano de la Copa Confederaciones, y lo es porque su fútbol romántico no culmina con la chica entre sus brazos. Los guapos, los italianos, se la terminan llevando. Paco Jémez sabe lo que es eso.
Aun así, Japón es consciente de lo que puede llegar a ser, y probablemente se enteró ayer. Los nipones son capaces de plantar cara a los grandes y probablemente lo hagan el próximo verano. Si en un futuro logran matizar ciertos aspectos del juego, puede que Kagawa se pase por mi casa para cerrarme la boca recordándome sus declaraciones en Marca.
Sólo así se explica que en el minuto 86 Japón fuese empatando 3-3 ante todo un campeón del mundo como Italia. Minutos después marcaba Giovinco e Italia celebraba el tanto con más alivio que alegría. En el minutos 90 los japoneses aún tenían tres minutos de añadido para intentar empatar, pero en ese momento apagué la tele. Me acababa de enterar de que James Gandolfini había muerto y ya todo daba igual.
¡Vaya partidazo! Es cierto que Japón siempre ha tenido jugadores muy aprovechables técnicamente, pero creo que nuna en su historia han coincidido dos talentos como Honda y Kagawa.
ResponderEliminarDe todas formas, estoy de acuerdo contigo en que les falta, además de seguridad defensiva (y eso que Yoshida no lo está haciendo mal en el Southampton), dominar el "otro fútbol", el que no se juega con los pies y en el que Italia es una maestra.
Dicho esto, se agradece la propuesta de Zaccheroni.
Un saludo.
Aquí te dejo un artículo de Axel Torres en el que habla exactamente de eso, de la incapacidad de Japón, casi por cuestiones culturales, para mostrar esa agresividad y esa astucia en el juego que marca la diferencia en grandes torneos.
ResponderEliminarhttp://www.marca.com/blogs/planeta-axel/2013/02/08/el-triunfo-de-los-rebeldes-en-el-futbol.html