La primera vez que seguí de cerca a un equipo del Tata Martino fue durante el verano de 2011. La Copa América se disputaba en Argentina y yo me encontraba en Sevilla trabajando. Un largo y caluroso verano sólo en mi piso. Por suerte, curraba por la tarde, por lo que podía ver los partidos de la Copa América que se disputaban en la madrugada de la hora española y que youtube retransmitía en directo a través de ventanas online.
Aquella fue una Copa América extraña, con Argentina y Brasil fuera de la lucha por el título en cuartos de final. Durante aquellos veinte días tuve el placer deleitarme con promesas del fútbol sudamericano como Joel Campbell o Sebastián Coates, jugadores que me atribuí como descubrimientos en lo que quizá fue el más absurdo orgullo que sentí en todo aquel verano. También disfruté de un Paolo Guerrero fabuloso con Perú, de una Venezuela extraordinaria con jugadores como Cichero, Vizcarrondo, Rincón, Rondón o Arango, y de un Luis Suárez imponente del que pensé que pronto se convertiría en uno de los mejores jugadores del mundo.
Y por supuesto, vibré con la Paraguay totalmente resultadista del Tata Martino. Y es que su equipo se plantó en la final del torneo sin ganar un solo partido, llegando a los penaltis en cuartos de final y en semifinales, y empatando todos y cada uno de los tres partidos de la fase de grupos. Vi a una Paraguay rocosa y directa, basada en su solidez defensiva. Se trataba de una selección sin jugadores brillantes que sin embargo logró hacer historia en aquel torneo. Martino llegó a la final. No importa cómo lo hizo, pero llegó. Y lo cierto es que optimizó al máximo la plantilla que tenía a su disposición, administró su equipo con inteligencia y logró que, por una noche, Paraguay soñase con convertirse en la mejor selección de Sudamérica.
Sin un once fijo y pasando del 4-4-2 al 3-5-2, Gerardo Martino confeccionó un equipo que compitió al máximo aportando lucha y brega, con Santa Cruz, Lucas Barrios, Valdez, Estigarribia y Riveros como depositarios de la poca calidad que podíamos encontrar en el equipo. Y Paraguay triunfó en aquella competición a pesar de que Uruguay arrolló a los de Martino en la final. Con poco, el técnico argentino hizo mucho, mostrándose al mundo como un gran gestor de equipos.
Y por supuesto, vibré con la Paraguay totalmente resultadista del Tata Martino. Y es que su equipo se plantó en la final del torneo sin ganar un solo partido, llegando a los penaltis en cuartos de final y en semifinales, y empatando todos y cada uno de los tres partidos de la fase de grupos. Vi a una Paraguay rocosa y directa, basada en su solidez defensiva. Se trataba de una selección sin jugadores brillantes que sin embargo logró hacer historia en aquel torneo. Martino llegó a la final. No importa cómo lo hizo, pero llegó. Y lo cierto es que optimizó al máximo la plantilla que tenía a su disposición, administró su equipo con inteligencia y logró que, por una noche, Paraguay soñase con convertirse en la mejor selección de Sudamérica.
Sin un once fijo y pasando del 4-4-2 al 3-5-2, Gerardo Martino confeccionó un equipo que compitió al máximo aportando lucha y brega, con Santa Cruz, Lucas Barrios, Valdez, Estigarribia y Riveros como depositarios de la poca calidad que podíamos encontrar en el equipo. Y Paraguay triunfó en aquella competición a pesar de que Uruguay arrolló a los de Martino en la final. Con poco, el técnico argentino hizo mucho, mostrándose al mundo como un gran gestor de equipos.
Antes ya había tenido ocasión de ver a un equipo de Martino, pero no me centré tanto en él. Fue también con Paraguay, en el Mundial de Sudáfrica. La guaraní pasó de grupo sin brillo pero cumpliendo, empatando ante la potente Italia y contra la ridícula Nueva Zelanda, pero ganando a Eslovaquia. Posteriormente, en octavos de final, Paraguay se impuso en los penaltis a Japón (¿os suena?) para después ser eliminada por España, que acabó alzando el máximo cetro mundial. Se trataba de una selección que transmitía confianza defensiva pero a la que le costaba construir y llegar con peligro, de ahí los empates a cero contra Nueva Zelanda y Japón. Martino renunciaba a jugar bien y se conformaba con conseguir los objetivos, por un lado porque esa era su misión y por el otro porque Paraguay tampoco era una selección capaz ofrecer mucho más fútbol. En este torneo Martino comenzó con un 4-4-2 que después convirtió en algo más parecido a un 4-3-3. En total, entre el Mundial y la Copa América, Paraguay disputó once partidos de los cuales empató ocho, ganó uno y perdió dos. De modo que Martino no puedo hacer más con menos.
Desde luego, los seis años que Martino pasó al frente de Paraguay le han marcaron. Antes de esto ganó todo en Paraguay con clubes como Libertad y Cerro Porteño, y después ha alcanzado la gloria en Newell´s, pero su etapa al frente de la selección paraguaya matizó sus planteamientos. Es cierto que su estilo en Newell´s ha sido más ofensivo y asociativo, quizá porque contaba con jugadores para permitirse un juego más estético, pero Martino es un técnico consciente de sus virtudes y de sus defectos, y esta es la clave. No se casa con un estilo de juego determinado ni muere con él. El Tata matiza.
Desde luego, los seis años que Martino pasó al frente de Paraguay le han marcaron. Antes de esto ganó todo en Paraguay con clubes como Libertad y Cerro Porteño, y después ha alcanzado la gloria en Newell´s, pero su etapa al frente de la selección paraguaya matizó sus planteamientos. Es cierto que su estilo en Newell´s ha sido más ofensivo y asociativo, quizá porque contaba con jugadores para permitirse un juego más estético, pero Martino es un técnico consciente de sus virtudes y de sus defectos, y esta es la clave. No se casa con un estilo de juego determinado ni muere con él. El Tata matiza.
No esperen por lo tanto a un técnico puramente estilo la Masía. Martino es un luchador, un tipo que se ha ido adaptando y al que definen sus seis años con la selección paraguaya. Ahora en el Barcelona se le plantea un reto enorme. Tácticamente está preparado. Veremos si en la ciudad condal también están preparados para él. Por supuesto, Martino no renunciará a jugar bien, pero lo que tengo claro es que el Bayern no logrará meterle siete al Barcelona del Tata. Martino puede ser el puntal que le falta a un Barcelona que se estaba convirtiendo en demasiado Barcelona. Martino es el freno, el que hará poner los pies en el suelo a los cracks blaugrana cuando la excesiva horizontalidad o el juego de toque no sean suficientes para ganar o al menos no perder un partido. El técnico argentino mejorará al Barcelona si los dictadores del buen juego no acaban con él. De primeras, se le plantea un problema importante. ¿Qué hará Martino con Xavi si éste sigue a un nivel físico inaceptable?. Desde luego, mantenerlo en el típico 4-3-3 del Barcelona como interior, seguro que no.
No me parece un mal entrenador pero desde luego que no para el Barcelona (para eso yo fichaba a Luis Enrique que conoce mejor la filosofía del Barça, esa es mi opinión), el Tata el un entrenador tipo Pellegrini que saca el máximo partido de equipos que tienen 4 o 5 jugadores para crecer y los exprime al máximo, a ver que hace en el Barcelona rodeado de mas mimbres para hacer un mucho mejor fútbol que en Paraguay y Newell´s, a ver que hace.
ResponderEliminarPor otra parte me gustaria invitarte a que te pasaras por mi blog de fútbol británico:
/kickandrushbritanico.blogspot.com.es/
Muchas gracias. Saludos, sigue haciendo estos post tan buenos
Supongo que el hecho de que Luis Enrique se hubiese comprometido con el Celta hacía difícil su contratación. A mí Martino me gusta para el Barcelona y, si le dejan, creo que puede mantener el buen nivel del equipo y aportar elementos nuevos que la plantilla estaba perdiendo.
ResponderEliminarInteresante tu blog, creo que me pasaré regularmente por él.
Un saludo!