La bonita y sufrida historia del Rayo
Sus ojos, su pelo, sus labios, su cuerpo, su personalidad y en definitiva su esencia. Son las características que nos atraen de esa persona a la que amamos. Desde el momento en el que esas circunstancias toman forma en un cuerpo, nuestros mecanismos mentales comienzan a funcionar para conseguir que el amor se consume, para buscar la felicidad al lado de un alma tan bella. Para ello es necesario desplegar nuestras mejores armas. Partiendo de que no vamos a salir triunfantes por nuestro aspecto físico, exploramos otros elementos que nos puedan ayudar a alcanzar nuestro objetivo. El camino sólo será recordado con cariño si logramos llegar a la meta. De no ser así, dicho trayecto nos dejará un sabor agrio en la boca. Sólo nos importa su amor, y en ocasiones no nos apercibimos de que puede que no tengamos las herramientas suficientes como para conseguirlo y de que es posible que ese sendero hacia el fracaso no sea sino un camino hacia un triunfo más a largo plazo. Puede que el hambre de hoy sea pan para mañana. Pero no queremos esperar. Lo queremos ahora, y si es ya mejor.
Paco Jémez también está enamorado. Alcanza el orgasmo plasmando sobre el campo aquellos conceptos con los que decidió iniciar su andadura como entrenador y es feliz al comprobar que sus hombres juegan al fútbol como él les enseñó. Sus trajes anticuados y descuidados nos hablan de un hombre que quizá se olvide de cenar o de recoger a sus hijos en el colegio mientras está viendo por séptima vez el vídeo de su próximo rival, siempre con la vista puesta en triunfar en Primera división con un fútbol romántico, apasionado y, por consiguiente, a veces, inconsciente. Y es que querer no es poder, ya que si lo fuera el Rayo Vallecano estaría en puestos de Liga de Campeones.
Paco Jémez, tras su buen trabajo en el Córdoba, era una buena opción para sustituir al inolvidable Sandoval en el banquillo de Vallecas, algo que está demostrando aunque quizá más por juego que por resultados. Se trata un hombre enamorado que cada día prepara una frase nueva para su anhelada amada, la cual le responde con una sonrisa mezcla de condescendencia y burla. Y el fútbol parece reírse igual del desdichado Rayo Vallecano. Un equipo con grandes conceptos pero también con serias carencias. El conjunto de Paco Jémez no es lo suficientemente alto y guapo como para conseguir su objetivo simplemente plantándose sobre el campo, por lo que Jémez busca otras características que resalten su atractivo.
Partimos de que Rubén en portería cubre el puesto con solvencia y con personalidad, y de que Tito en el lateral derecho pasa por ser uno de los mejores jugadores del equipo (quizá hasta de nivel Selección). El lateral izquierdo (Casado) no es nada del otro mundo y los Amat, Rodri y Labaka son centrales mediocres, salvo por Gálvez, que demuestra que bien pulido puede valer para Primera, y es que casi siempre elige bien cuando hay que jugarla y cuando mandarla al quinto anfiteatro, amén de su destacable juego aéreo.
En el centro del campo Javi Fuego es indiscutible y Trashorras aporta equilibrio cuando Jémez le deja jugar, ya que el aragonés últimamente ha apostado por un extraño 4-1-4-1 con 4 mediapuntas sumamente ofensivos, algo que deja desnudo al bueno de Javi. Ante el Espanyol Abu cumplió esa función de apoyo al centro del campo y demostró que puede ser una buena apuesta, siempre y cuando Jémez no se pase de romanticón.
Pero lo picante de este equipo está en tres cuartos de campo. Piti, Leo, José Carlos o Lass son jugadores deliciosos que prometen asaltar a la dama con ese toque chulesco, pero que se amilanan conforme pasan los minutos y se arrugan cuando las cosas no están claras, algo que a ella no le termina de convencer.
Y si a eso añadimos que la definición con la que contamos es sumamente deficiente, la historia de amor que pretendíamos fuese bonita se queda en un quiero y no puedo bastante triste y deprimente.Nicky Billie no es el niño malo que quiere ser, al menos con el balón en los pies, y el gol es algo que se le olvida con suma frecuencia. El Chori Domínguez por su parte aporta entrega y pundonor pero está lejos de ser el grandioso jugador que fue en Kazan, mientras que Delibasic es un hombre gol pero que ya no está para estos trotes ni para andar tonteando con jovencitas como la que nos atrae.
De modo que le queda a Paco Jémez es una filosofía futbolística muy atractiva. Una idea que le seduce a nuestra amada pero que ve como por mucho que lo intentemos no logramos hacérsela llegar de manera tan directa como ese Espanyol que nos la quitó en el último momento gracias a un tal Stuani, que no es muy guapo pero si efectivo. Y lo peor de todo es que no es la primera vez que el pobre Rayo se queda compuesto y sin novia. Pero si no desiste, puede que el día de mañana Paco Jémez y su Rayo se conviertan en el oso que finalmente logró conquistar a la doncella.
Grande tu artículo, tanto en el aspecto futbolístico, el primer párrafo y la alusión al oso horroroso
ResponderEliminarPorque había un osooo, un osoooo un oooooooso!!!
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